Los festejados pueden comportarse de manera errática, a veces con suma alegría, a veces meditabundo, a veces melancólico, y a veces se disponen a mandar correos sin sentido… Todo eso dependiendo de su edad cronológica, ontológica y mental.
Bien, como dije, una de las costumbres sociales aceptadas, es regalar un objeto de valor ya sea sentimental, practico o monetario al cumpleañero, y siendo que el calendario tachado previamente por mis padres, dice que hoy cumplo 28 años, una que otra persona me ha preguntado por lo que me gustaría recibir por dicho acto… Una pregunta que al igual que mi personalidad, suena complicada desde muchos puntos de vista…
¿Por qué he de recibir algo? ¿Qué cosa he hecho para merecer algo? Es un hecho común que la sociedad festeje la parsimonia en vez del merito… pero ciertamente el entenderlo no me hace justificarlo. Y tal vez necesite ejemplificar mi argumento…
El fin de semana pasado me encontraba rumbo a “un pueblo mágico” muy popular en mi país, junto con otros cuatro amigos… y tengo que decir, que fuera de las actividades y situaciones cotidianas que implica un viaje como el que realizamos, una de las constantes es que siempre alguien termina peleando conmigo, siempre diferentes situaciones, diferentes argumentos, diferentes retadores, mismo defensor del título por el más odiado…
En fin… esta vez tampoco fue la excepción… desde muy temprano en el viaje, uno de los personajes que menos hacen por ocultar sus diferencias conmigo, empezó como de costumbre a cuestionar hasta mis silencios… honestamente, nada que no pueda soslayar, incluso en momentos más apremiantes donde el alcohol genera momentos más ríspidos y tensos, y es que digamos que el modelo predictor te hace pensar que en base al pasado reciente, ese tipo de pelea era previsible y por lo tanto fácilmente transitable… el problema se presenta entonces, en la medida que variables no tomadas en cuenta hacen su acto de aparición…
Se trata de alguien que no llegué a pensar que tuviera cierta percepción de mi persona. Pero como bien dicen: “Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad”, y su reclamo era un lugar común en los reclamos hacia mi persona: “No me subestimes, no soy ningún pendejo”
Honestamente el altercado no tuvo más consecuencia que la de una corta ausencia de mi parte en el hotel, y una posterior charla para calmar las cosas en el parque central del pueblo. Sin embargo, la continua presencia de actos similares, me hizo deducir que la moda se hizo tendencia…
La primera situación similar que tengo presente, fue hace unos trece o catorce años. Me había presentado en un gimnasio de box junto con un gran amigo… éste gran amigo siempre se había caracterizado por protegerme de cuanto matón en fase embrionaria se nos presentara de manera amenazante. Siempre había sido un amigo leal y amable para conmigo, sin embargo ese día ante la posibilidad de enfrentarnos en el ring, me presentó una cara que nunca le había visto. Era una cara de furia, el primer golpe fue un golpe certero el cual me quitó todas las ganas de seguir practicando, y ante dicho escenario donde me enfrentaba a un rival iracundo del doble de mi tamaño, decidí arrojar los guantes y correr alrededor del ring… todo eso mientras mi amigo me gritaba furioso que me pusiera los guantes de nuevo, que quería pelear conmigo.
En ese entonces no podía entender el porqué mi mejor amigo tuviera tantas ganas de golpearme. Es un hecho que tal vez no entendí hasta el fin pasado que vi y recordé cada una de las caras que me han presentado la misma rabia.
Casos similares hay muchos, antes solía pensar que el hecho de que cada amigo pasado de copas quisiera hacerse a golpes conmigo, tenía que ver con la probabilidad de éxito, ya que considero que soy uno de los más delgados de mi grupo social; y eso era algo con lo que podía lidiar perfectamente, ya que para mi, bastaba con postrarme firmemente y hacer saber que cualquier golpe recibido encontraría replica de mi parte. Hoy entiendo que la problemática es mucho más profunda que un problema de copas…
Como dije, casos hay muchos, tanto que podría citar uno por cada reunión, unos más arraigados que otros, unos más a flor de piel que otros, pero más o menos el mismo rencor, no importa el género, condición social, intelectual, empática o temporal, la única constante es la amistad y el rencor para conmigo.
Otro de los casos peculiares, se presentó al termino de la carrera, cuando un día cualquiera se me ocurrió regalarle mi recién adquirido ipod a una compañera con la que pensaba había llegado a tener una buena amistad, y que ante tal acto, suponía llegarían palabras de agradecimiento y exaltación… nada más ajeno a la realidad… en vez de todo eso, me topé con reclamos y una frase que inmortalizaría mi actuar en los cuatro años y medio que compartimos de carrera:
“¡Me lo debías después de todos esos años de terrorismo mental!”
Una vez más pude ver la cara de aquel joven que perseguía a su amigo en el ring, pidiendo desesperado se le diera la oportunidad de golpear la razón de su rencor.
Son tantos casos… tantas personas… tantas situaciones… un solo lugar común.
Entonces ante tal problema, solo se me ocurre una posible respuesta: ¡Todos están en mi contra! ¡Todos me tienen envidia! ¡Nadie me entiende!
Bueno, es eso o la respuesta sorpresa debajo de la manga, que aunque improbable e ilógica para mí razonar, tal vez encaja mejor en el rompecabezas.
Todos personificamos un rol para novela… y algunos somos tan tontos que escogemos el rol más complicado de la trama.
¿Qué puedo hacer? ¿Ir de puerta en puerta, marcar teléfono por teléfono y pedir perdón por cada mala cara o comentario que les pudo hacer sentir mal o menos preciados?
En verdad considero que el problema es de comunicación… Si bien hay cosas que no me permito justificar ni tratar de explicar, si creo que hay cosas en las que podríamos homologar conceptos. Y lo primero, sería ejemplificar mi situación mental…
¿Recuerdan aquel video del fanático de “River” (Club de futbol argentino) en el que grita desesperado porque su equipo descendió a la segunda división? Bien, de no ser así, solo resumiré que es un tipo desolado ante la idea y desesperación de no encontrar eco o respuesta a sus plegarias… Yo no siento más que pena por aquel hombre… nadie en el mundo podría entender la desesperación que ha de sentir al ver a su equipo descender. Así son los días de un hombre enfadado con el mundo, que si bien se dice todos los días que el mundo es perfecto, tanto que incluso su dolor tiene cabida en la medida que genera crecimiento… la realidad es que aún no acepta que se le nieguen respuestas a todas las situaciones apremiantes del mundo lunar…
¿Cuáles situaciones? ¿Por dónde empiezo? ¿Cuál de todas las cuestiones apremiantes del hombre quieren discutir?
¿Han intentado caminar con los zapatos puestos al revés? Es como intentar caminar dos caminos al mismo tiempo…
A muchos ya les he hecho la pregunta sobre los gemelos que responden uno solo la verdad y el otro solo la mentira… bien, pues aunque en el papel he resuelto el problema, en la práctica es difícil hacer compaginar a tus gemelos… tú buscas llegar a casa, te encuentras ante dos caminos… uno es el correcto y estos gemelos saben el camino… ¿Cuál es la pregunta que unirá los criterios? ¿Qué pregunta te llevará a casa?
Ciertamente no busco una idea tan tonta como lo que representa la perfección, que dicho sea de paso no es más que una condición mutable… en base a eso, no lamento ser como soy… algo que si puedo lamentar, es que debido a ello afecte a la gente que quiero…
“Nadie es una isla” decía John Donne… Tenía toda la razón…
Enumerar todo lo que les debo sería un ensayo interminable… enumerar lo muy agradecido que estoy con todos y cada uno de ustedes, sería una falta de respeto a mi sentimiento… porque en todos los intentos me quedaría corto…
En el mismo viaje, aquel amigo que pocas horas antes trataba de golpearme, me hacía preguntas en el camino entre burlándose y entre tratando de calmar mi malestar… una de ellas implica dos posibles respuestas…
¿Cómo se forman las montañas?
La respuesta simple sería por el impacto de las placas tectónicas… pero para el fin de éste escrito, la respuesta sería algo que escribió Luis Felipe Fabre en su “Cabaret Provenza”:
“Una piedra sobre otra piedra: así comienza
una montaña.
Una montaña:
Inmenso bulto de silencio. Una piedra:
pequeño bulto de silencio. Inmenso y pequeño:
un bonsái.
Un monje en los ojos rasgados de otro monje: ¡budistas!
Una montaña
o dos o tres o cuatro que ya van siendo cordillera.”
Si yo me considero cordillera… es porque me acompañan grandes montañas…
Sin darle más vueltas… gracias por todo mis imperdibles montañas…
Y feliz nueva vuelta al sol pa' mi...
Words are flying out like
endless rain into a paper cup
They slither while they pass
They slip away across the universe
Pools of sorrow waves of joy
are drifting thorough my open mind
Possessing and caressing me
Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Images of broken light which
dance before me like a million eyes
That call me on and on across the universe
Thoughts meander like a
restless wind inside a letter box
they tumble blindly as
they make their way across the universe
Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Sounds of laughter shades of life
are ringing through my open ears
exciting and inviting me
Limitless undying love which
shines around me like a million suns
It calls me on and on across the universe
Jai guru deva om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Jai guru deva
Jai guru deva