martes, 4 de septiembre de 2007

Morir de amor…

Es usual encontrarme en pláticas suprarrenales entrañablemente excitantes, donde el punto neurálgico comprende la intimidad convertida en inopia, que es lo que la mayoría de los campesinos bestiales de ésta tierra interpreta como vida y verdad…

Sin embargo en ésta ocasión en que me encontraba discerniendo del sentir de los demás, logre escuchar la voz compasiva de un amigo entrañable, compañero de camino, y guerrero oculto, que me dio una perspectiva diferente de lo que yo sé que significa amar…

El caso es que argumentando mi punto de vista, yo comentaba que en cuestiones de amor, gana el que siente más, no el que sufre menos, y que pobre de aquel que dé 20 en una relación, mientras que el otro da 80; esto por que a fin de cuentas el que pone 80 en una relación se lleva sus 80, dejando solamente los 20 de su pareja. Por lo tanto el que ponía 20 pierde 80, y se queda con 100, cuando antes contaba con 160; mientras que el que ponía 80 regresa a sus 100 originales.

Bien… después de ésta explicación campesina*1, el argumento en contra de ésta forma de amor… es la externalidad negativa que genera a su paso…

Cuando mi amigo escucho mi manera de actuar, sin reparo me comento: “¿Y que hay de las personas a las que les quitas tus 80? Acaso no sería mejor ser uno de aquellos que engañan y usan a sus parejas en turno para una noche… Una noche solitaria en la cual después de un trago amargo terminarán pensando que eres normal, como cualquier otro, un campesino más en el mundo… No se atormentarán pensando después en otras formas de querer… por que nunca las habrán conocido, no les interesará lo que nadie les puede dar… En cambio si tú les das tus 80 y por alguna razón dejas de darlos… la resultante será que siempre les va a faltar ese 60 que alguna vez tuvieron, por que nadie más estará dispuesto a dar ese más…”

Caí en una vicisitud tan grande como mis complejidades, tan grande como la vida de una ventisca, el nacimiento de una nube, la refracción de un arcoiris o la paternidad de los caballitos de mar…

¿Acaso este mundo está tan desequilibrado que hasta en el amor tiene que ser restringido y racionalizado?

Es una lastima… pero comienzo a pensar que es cierto… el campesino común no entiende de luz refractada… no entiende de valores, entiende de precios…

“Dios le da el valor a las cosas, el hombre le pone precio”
Tomás de Aquino…


Y para el hombre común, el amor tiene un precio muy elevado… Tanto como morir de amor...

*1Según Fulcanelli, podemos clasificar al humano entre campesino, religiosos y guerreros. El que entiende, entiende, el que no, es campesino…


Orfeo bajando al infierno por su Euridice…

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