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La voz compasiva:
Señor, ¿en dónde estás? Yo te presiento del cosmos infinito en cada parte; pero la luz que diste al pensamiento, como el hierro al imán, tiende a buscarte.
Mi afán intenta percibir tus huellas; interrogando al firmamento, acudo; y tras el parpadear de las estrellas, el firmamento permanece mudo.
Cuando mi anhelo torpe y censurable se rinde al fin ante lo indescifrable, cansado de vagar en el vacío.
Escucho de mi espíritu en la hondura una voz compasiva que murmura:
“No busques, aquí estoy ¡pobre hijo mío!”
Pascal…
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Me cae que tampoco fuiste de este mundo…
Te escucho y pienso en los anhelos torpes… que son todos…y que en un pasaje tan corto como el presente, los anhelos terminan por aletargarnos en la inopia…
Pobre… pobre anhelo… busca quien te desee, busca cobijo en aquellos que buscan y solo al morir encuentran…
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