sábado, 3 de marzo de 2007

¿El qué critica sabe?

Un buen ejemplo de mi duda sería que muchas personas piensan que los libros de Paulo Coelho son libros comparables con los de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, o lecturas de inodoro: ¿Quién se ha robado mi queso?, El caballero de la armadura oxidada, etc. Sin embargo yo tengo alguna que otra objeción.

Para empezar no puedo culpar a este tipo de personas, ya que por lo general las personas que me comentan eso, son personas sin mucho interés por la lectura y simplemente tratan de compensar su falta de contenido en la materia, tratando de hacer un comentario que los disfrace como correctores de estilo. Mayor preocupación me inculca aquellos que se atreven a recomendar la no lectura del mismo, ya que muchas veces cuando pregunto por cuantos libros llevan del autor, la respuesta es: “uno” (El alquimista); y algo seguro es que no captaron (o no les interesó) el tono simplista con que el autor intenta adéntranos en un tema complicado (para muchos) y oculto (para casi todos).

Tampoco intento sobrevalorar los libros del autor, existen muchos libros mejores en todos los sentido y no se encuentra ni siquiera dentro de mis 100 autores preferidos, pero lo importante al elegir un libro es pensar en si va dirigido para la persona que se dispone a leerlo. Es decir, yo sé que Dan Brown no escribió sus novelas pensando en lectores como yo, o que en verdad no me imagino que podría tener de interesante leer un libro vaquero, o alguna tv notas… y sin embargo tuve que hacer el esfuerzo necesario para poder llegar a dicha afirmación (si, alguna vez compre un libro vaquero)…

En verdad creo que ninguna lectura debería ser no recomendada, ya que “hay que conocer al diablo para poder criticarlo”. Es así como no me arrepiento de haber leído a Gabrielito, solo así lo puedo criticar, pero ¿qué derecho tendrían las personas neófitas de sus lecturas en decir que es una perdida de tiempo el adjudicado a sus libros? Tal vez su premio Nóbel diría lo contrario (para mi, dice nada).

El asunto es que este tipo de personas tienen la misma actitud que el personaje principal de Paulo Coelho en “El peregrino” donde el alumno que no ha terminado su aprendizaje pierde su espada de luz por precipitadas conjeturas, y por consecuencia tiene que buscarla alrededor del mundo; es decir, nuestro ego nos invita a dejar pasar la belleza que emanan las cosas…

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